Las sociedades tienden a organizarse de diferentes formas en función de sus necesidades.
En El Salvador, por motivos que pueden rastrearse en la historia sangrienta de hace al menos cinco siglos, sabemos que ha sido un reto inmenso este asunto de la creación de una estructura política que unifique a todos los grupos.
Las injusticias, los desequilibrios y los sistemas de manipulación se han dado cita en nuestro territorio, dando paso a insurrecciones, masacres, dictaduras, guerras, anarquía, violencia y un sin fin de dificultades nacidas del abuso de poder y del egoísmo en la distribución de los recursos.
Muchos pensarán que se trata meramente de un asunto económico, pero en la base de las relaciones de producción están las dinámicas culturales que han dado paso a caudillos grandilocuentes que fingen estar ungidos por un poder superior.
A nuestra población se la ha engañado de múltiples formas, no solo con espejos, aunque la metáfora es bastante buena para darse cuenta que a cambio de cualquier bagatela se ha aceptado todo tipo de imposiciones absurdas.
La política, frecuentemente, es confundida con la democracia representativa enclaustrada en un sistema electoral manejado por partidos políticos que operan como mafias.
Entonces, muchas personas dicen no verse interesadas por la política, entendida de ese modo, cuando el verdadero significado tiene que ver con el involucramiento de la ciudadanía en las decisiones públicas y en la proyección hacia el futuro.
¿Por qué elegimos políticos que nos representen? ¿Acaso no somos capaces de representarnos a nosotros mismos en las decisiones?
Todo se remonta a la invención del orden republicano, constitucional, democrático que se remonta al siglo XIX en nuestro país recién independizado de las fauces de Europa.
Se dice que quienes crean una constitución eligen las reglas del juego, quienes fundan los símbolos de una república son capaces de manipular a las masas y quiénes manejan la democracia son capaces de quitar y poner a los representantes que les dé la gana.
¿Me creerías si te digo que nunca has sido responsable de elegir nada ni a nadie?
Te explico, por encima de los políticos existe una élite económica que controla los criterios de selección, ellos nos dan a elegir, en un sistema trucado, a uno y a otro, por eso es común escuchar en comicios electorales expresiones como «hay que elegir al menos peor» o «no hay mejores opciones» y, con suerte, suele escucharse a los más avezados decir «prefiero no ir a votar».
¿Qué podemos hacer frente a esta encrucijada? Darnos la vuelta y no mirar atrás, construir instrumentos de acción política manejados por la ciudadanía misma, exigir, denunciar, señalar arbitrariedades, pero también proponer, crear e inventar rutas que no han sido practicadas en el pasado.
El futuro es un horizonte abierto y la política es un vehículo poderoso que durante siglos nos han negado la opción de manejar, nos hacen elegir conductores que nos llevan al abismo.
Y no queremos ir hacia el abismo, ¿o sí?
Juan Pablo.Segundo
octubre 31, 2024 at 9:30 pm
Asies mi estimado, ya es tiempo de romper la rueda, cantarles la canción de la guillotina a la escoria sectaria que esta en la política actual, si algo podemos aprender de bukk esq las normas, reglas y constituciones, estan para romperse y trsnsformarse.