Nacional
Impacto de un aumento del 12% del salario mínimo en El Salvador.
En suma, el balance esperado de este incremento del 12% es positivo en términos de bienestar social y actividad económica, siempre que se gestione con prudencia.
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1 mes agoen
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Redacción S News
El Salvador se prepara para un ajuste del 12% en el salario mínimo a partir de junio de 2025, tras casi cuatro años sin incrementos (el último fue un 20% en agosto de 2021). Este aumento elevaría el salario mínimo mensual en los distintos sectores productivos; por ejemplo, en comercio, servicios e industria pasaría de $365 a $408.80. El ajuste surge en respuesta al alza del costo de vida (solo la canasta básica alimentaria subió ~21% de agosto 2021 a febrero 2025)y a críticas de que El Salvador era el único país centroamericano sin actualizar el salario mínimo desde 2021.
En términos generales, un aumento del salario mínimo tiene efectos económicos mixtos. Por un lado, impulsa la demanda interna: mejora los ingresos de los trabajadores de menores salarios, quienes tienden a gastar ese ingreso adicional en bienes y servicios básicos, dinamizando la economía. Esto puede traducirse en mayor producción y crecimiento del PIB, al estimular el consumo de los hogares y enviar una señal a las empresas para ampliar su ofertas. Por otro lado, eleva los costos laborales para las empresas, lo que puede impactar sus márgenes de ganancia y competitividad, especialmente si el alza salarial no va acompañada de aumentos en la productividad A continuación, se analizan detalladamente los beneficios potenciales y los efectos negativos que podría conllevar un aumento del 12% del salario mínimo en distintos ámbitos de la economía salvadoreña.
Poder adquisitivo y costo de vida
Uno de los principales beneficios esperados es la mejora del poder adquisitivo de los trabajadores que ganan el mínimo. Tras varios años sin ajuste, el salario real de estos trabajadores se había erosionado por la inflación acumulada. De hecho, mientras la canasta básica alimentaria aumentó de $204.7 a $247.6 mensuales entre agosto de 2021 y febrero de 2025 (+20.9%), el salario mínimo permaneció congelado. Un alza del 12% ayudaría a recuperar parte del poder de compra perdido, aunque no lo compensa por completo. Según cálculos de economistas, para cubrir totalmente el incremento en costo de vida de los últimos años el salario mínimo debería rondar los $419 (un ~15% de alza) en lugar de $409.
No obstante, con el nuevo salario mínimo propuesto un trabajador podrá cubrir más ampliamente sus necesidades básicas. Se estima que el ingreso mensual mínimo (por ejemplo $408.80 en sector servicios) cubriría aproximadamente 1.5 veces la canasta básica alimentaria individual. Esto significa más alimentos, bienes esenciales y servicios accesibles para las familias de bajos ingresos, lo que contribuye a su bienestar. De hecho, organismos internacionales han señalado que elevar los salarios mínimos puede reducir pobreza y desigualdad; la CEPAL observa que estas políticas han jugado “un rol importante en la reducción de la desigualdad” en América Latina. En El Salvador, sindicatos y organizaciones de consumidores argumentan que incluso se requeriría un salario mínimo de $500 o $600 para cubrir dignamente el costo de una familia promedio, pero consideran el 12% como un paso en la dirección correcta para la justicia salarial frente al encarecimiento de la vida.
Impacto estimado del aumento del 12% al salario mínimo
+241,000
Trabajadores beneficiados directamente
12%
Incremento en el salario mínimo
+20.9%
Incremento acumulado de la canasta básica desde 2021
$408.80
Nuevo salario mínimo mensual en servicios
*Estimaciones basadas en datos oficiales de El Salvador hasta abril de 2025.
Impacto en el empleo formal e informal
El efecto de un aumento salarial en el empleo es objeto de amplio debate. Por un lado, existe el riesgo teórico de que un alza de 12% pueda desincentivar nuevas contrataciones formales o llevar a algunas empresas a recortar puestos para compensar el mayor costo laboral. Este temor suele ser mayor respecto a trabajadores no calificados cuyo valor productivo podría acercarse al nuevo salario mínimo. Si la productividad del trabajador es menor al costo salarial obligatorio, las empresas podrían optar por no contratarlo formalmente. En El Salvador, donde alrededor del 70% de los ocupados trabajan en la informalidad (sin prestaciones), existe la preocupación de que un salario mínimo más alto aumente la informalidad: las empresas pequeñas podrían preferir emplear trabajadores al margen de la ley o por cuenta propia, en lugar de pagar el nuevo mínimo. De hecho, datos anteriores muestran que casi 80% de los trabajadores informales gana por debajo del salario mínimo legal, mientras que en el sector formal solo un 13% gana menos del mínimo (por incumplimiento o trabajo parcial). Esto sugiere que un salario mínimo elevado, si no se acompaña de mayor fiscalización y apoyo a empleadores, podría mantenerse como letra muerta para gran parte de la fuerza laboral en informalidad.
Por otro lado, la evidencia reciente en El Salvador indica impactos limitados o positivos en el empleo formal tras aumentos salariales moderados. Tras el fuerte incremento de hasta 20-50% del salario mínimo en 2017, lejos de colapsar, el empleo privado aumentó en 3,501 plazas a septiembre de 2017 vs. el año previo. Este crecimiento se atribuyó en parte al mayor dinamismo agrícola y al aumento de la demanda interna. Asimismo, el ajuste de 2017 no provocó despidos masivos, y sectores intensivos en mano de obra como las maquilas continuaron operando (aunque con mayores costos). Para el aumento propuesto de 12% en 2025 –que es menor y más gradual– varios economistas anticipan que no tendría un efecto significativo en el desempleo, siempre que la economía mantenga su ritmo de crecimiento Cabe destacar que mejorar el salario mínimo también podría incentivar la formalización: cuando los salarios formales crecen y se vuelven más atractivos, algunos trabajadores podrían preferir empleos formales (que ofrecen salario fijo y prestaciones) en vez de la precariedad informal, siempre que haya oportunidades disponibles. En resumen, el impacto en el empleo dependerá de la capacidad de ajuste de las empresas y de la respuesta de la productividad; hasta ahora la experiencia local sugiere que un 12% es manejable sin provocar un aumento del desempleo abierto.

Efectos en la inflación
Un aumento del salario mínimo puede generar presiones inflacionarias vía incrementos de costos y vía mayor demanda. Si las empresas trasladan el alza de costos laborales a los precios de sus productos o servicios, habría un efecto de costo que encarezca algunos bienes, especialmente en sectores de mano de obra intensiva (por ejemplo, agricultura, manufactura textil, restaurantes). Al mismo tiempo, los trabajadores con mayor ingreso disponible consumirán más, lo que puede empujar la demanda de ciertos productos y eventualmente subir precios si la oferta no se ajusta lo suficiente. La magnitud de estos efectos, sin embargo, depende del contexto económico. Actualmente El Salvador registra una inflación baja: 7.1% en 2022, pero solo 2.7% en 2023 y prácticamente 0% a inicios de 2024 Incluso en los meses recientes ha habido deflación en productos alimenticios gracias a iniciativas de mercado y baja de costos; el presidente Bukele afirmó que “la canasta básica incluso ha bajado de precio en los últimos meses”, citando ejemplos como la caída del precio del tomate (de 4 por $1 a 25 por $1) y de la papa (de $1.30 la libra a 3 libras por $1)
Dado este contexto, el Gobierno asegura que el aumento de 12% “no generará inflación” En 2021, para mitigar posibles alzas de precios, se implementaron medidas como acuerdos para contener tarifas y un subsidio temporal a ciertos sectores, lo cual podría repetirse de ser necesario. Estudios económicos nacionales respaldan que aumentos previos no desataron inflación desproporcionada: en 2017, con un alza salarial mucho mayor, la inflación anual fue apenas 2.04%, indicando que no hubo una espiral de precios. De hecho, ese año el costo de la canasta básica rural disminuyó levemente y la urbana subió muy por debajo del ajuste salarial. Esto sugiere que factores como precios internacionales de alimentos, combustibles y políticas gubernamentales influyen más en la inflación que el costo laboral interno.
En suma, es esperable un leve aumento puntual de precios en algunos rubros por el alza del salario mínimo, pero no una inflación descontrolada. Algunos economistas independientes recomiendan monitorear de cerca los precios en los meses posteriores a junio 2025 para detectar y corregir a tiempo cualquier alza abusiva. La relativa estabilidad de precios reciente es una buena base: si se mantiene la competencia en los mercados y productividad, el impacto inflacionario debería ser marginal y transitorio.
Repercusiones en pequeñas y medianas empresas (PYMES)
Las micro, pequeñas y medianas empresas (mypes) enfrentarán retos particulares con el aumento del salario mínimo. Estas empresas suelen operar con márgenes de ganancia reducidos y menor acceso a financiamiento, por lo que un incremento del 12% en los salarios puede afectar más su estructura de costos que a las grandes empresas. Dos gremiales empresariales (Cámara de Comercio e Industria, y Coexport) han expresado que si bien muchas compañías pueden absorber el ajuste, las mypes enfrentarán desafíos importantes en su capacidad financiera. En sectores como la agricultura de pequeña escala y algunos talleres, el costo laboral adicional podría significar tener que subir precios (con riesgo de perder clientes) o reducir personal.
Por ello, representantes empresariales piden medidas de acompañamiento. La Cámara de Comercio sugiere establecer mecanismos de transición o un cronograma escalonado para las microempresas, por ejemplo implementando el alza en dos fases: una parte en junio y otra meses después. De hecho, la presidenta de Coexport propuso un trato especial para mypes, dada la cercanía de la fecha de entrada en vigor, para dar más tiempo a ajustar contratos y precios de venta. Asimismo, algunas empresas exportadoras tendrán que renegociar precios con sus compradores internacionales para reflejar mayores costos, lo cual requiere tiempo y puede ser complicado en el corto plazo.
En el sector agropecuario y de pequeños productores, la situación es delicada. Líderes de la Asociación de Pequeños Productores (CAMPO) apoyan el aumento por equidad hacia el trabajador, pero advierten que “el sector agro no puede asumir un incremento así” sin ayuda. Proponen que el gobierno otorgue un subsidio compensatorio a los productores rurales, tal como se hizo en 2021, para aliviar el impacto en sus costos. Por ejemplo, muchos jornaleros agrícolas podrían exigir subir la paga de $10 a $12 o $15 por media jornada tras el alza, encareciendo las cosechas. Un subsidio temporal o créditos blandos podrían evitar que estos pequeños negocios quiebren o dejen de contratar.
En resumen, las PYMEs requieren atenciones específicas: financiamiento, capacitación para elevar productividad y escalonamiento del alza salarial. El beneficio de una mejor remuneración también puede sentirse en estas empresas (por ejemplo, menos rotación de personal, empleados más motivados), pero para lograrlo sin perjuicios, el gobierno y las gremiales coinciden en la necesidad de políticas complementarias que faciliten la adaptación del sector pequeño empresarial al nuevo salario mínimo.
Productividad laboral
Un aspecto crucial para que el aumento salarial sea sostenible es su relación con la productividad laboral. Idealmente, los salarios deben crecer de la mano de la productividad: cuando cada trabajador produce más valor por hora, la empresa puede pagarle más sin perder competitividad. En El Salvador, la productividad laboral ha sido históricamente baja y crece lentamente, sobre todo en microempresas y actividades informales. Un aumento del salario mínimo podría, sin embargo, tener efectos positivos indirectos en la productividad. Según teorías económicas (efecto eficiencia), un mejor salario puede motivar al trabajador a esforzarse más, mejorar su moral y compromiso con la empresa. Al sentirse recompensado justamente, el empleado podría elevar su rendimiento para “estar acorde a su salario”. Esto se traduce en menos ausentismo, menor rotación y mayor concentración en las tareas, lo que aumenta la productividad por trabajador.
Además, ante mayores costos laborales, las empresas tienen incentivos para invertir en capacitación, tecnología y eficiencia. Para mantener sus ganancias, pueden buscar procesos más productivos, modernizar maquinaria o reorganizar el trabajo de modo que cada empleado produzca más. De hecho, tras el alza de 2017, se registró mejora en la productividad laboral y competitividad en algunas industrias, según análisis del Banco Central. En ese año, el incremento salarial “no afectó la competitividad de las empresas, pues también mejoró la productividad laboral” Este resultado sugiere que las empresas lograron compensar el mayor salario con más eficiencia o aumento de ventas.
No obstante, existen riesgos si la productividad no acompaña. Si una empresa no logra mejoras de eficiencia, el alza salarial podría simplemente elevar sus costos unitarios. En sectores poco tecnificados (por ejemplo, agricultura tradicional), es más difícil obtener saltos de productividad en el corto plazo, lo que deja a productores expuestos. Por eso, expertos como el ex presidente del BCR Óscar Cabrera enfatizan la importancia de evaluar los fundamentos económicos del aumento y complementarlo con políticas que eviten pérdida de competitividad Entre esas políticas podrían estar programas estatales de asistencia técnica a microempresas, adopción de tecnología (por ejemplo, mecanización agrícola, digitalización de procesos) y mejora de las habilidades de los trabajadores. La adopción de TIC y la capacitación no solo aumentan la productividad, sino que ayudan a absorber mejor aumentos salariales, según reportes del Banco Mundial para El Salvador.
En conclusión, el aumento de 12% al salario mínimo podría estimular la productividad al requerir que empresas y trabajadores sean más eficientes. Para maximizar este beneficio, es clave que se implemente en paralelo una agenda de productividad: capacitación laboral, innovación y reducción de trabas para que las empresas crezcan. Así, el alza salarial dejaría de ser visto solo como un costo y se convertiría en motor de modernización económica.
Inversión extranjera y competitividad internacional
El impacto en la inversión extranjera directa (IED) y la competitividad país es otro punto a considerar. Los salarios más altos pueden influir en las decisiones de empresas multinacionales al evaluar dónde localizar sus operaciones, especialmente en sectores que buscan mano de obra barata (como maquila textil o manufactura ligera). Con el aumento del 12%, el salario mínimo más alto en El Salvador llegaría a ~$408 mensuales, todavía inferior al de otros países centroamericanos excepto Nicaragua. Es decir, El Salvador seguiría siendo competitivo en costos laborales dentro de la región (en Costa Rica o Guatemala los mínimos son mayores, y en Honduras hubo incrementos significativos recientes). Por lo tanto, es poco probable que este ajuste moderado espante la inversión extranjera en masa. El propio gobierno subraya que la propuesta fue elaborada “garantizando su sostenibilidad sin comprometer … la inversión, que son pilares importantes de la economía”
Cabe recordar que tras el incremento de 2017, lejos de caer, la inversión extranjera aumentó un 5% en El Salvador. En 2017 las empresas anunciaron inversiones por $1,724 millones (concentradas en sectores que, curiosamente, pagan los mejores salarios: telecomunicaciones, energía, construcción, banca, comercio). Esto indica que factores como la seguridad jurídica, la estabilidad macroeconómica y las oportunidades de mercado pesan más para los inversionistas que un cambio moderado en el salario mínimo. De hecho, mejoras recientes en seguridad pública y clima de negocios podrían atraer IED que vea en El Salvador un mercado en crecimiento, con fuerza laboral más motivada y consumo interno al alza.
No obstante, representantes de sectores exportadores han manifestado preocupación por la competitividad. Silvia Cuéllar de Coexport señaló que industrias como la maquila y textil serán de las más afectadas por el. Estas compiten en mercados internacionales muy sensibles al precio; un aumento de costo salarial podría obligarlas a subir precios de exportación, arriesgando contratos. Además, El Salvador afronta otros retos externos: recientemente exportadores industriales enfrentaban la amenaza de un arancel del 10% en EE.UU. (puesto en pausa). Un costo laboral mayor, sumado a potenciales barreras comerciales, es visto como un doble golpe a la competitividad.
Para mitigar esto, economistas como Cabrera sugieren políticas públicas complementarias que alivien el impacto en exportadores. Por ejemplo, incentivos fiscales temporales, apoyos para mejoras tecnológicas o acuerdos comerciales que compensen la desventaja de costos. También es importante destacar que el tipo de cambio fijo (dolarización) de El Salvador significa que no hay devaluación que compense aumentos de costos internos; por ello la productividad y la calidad deben ser la respuesta para mantener la competitividad internacional. En resumen, si bien el alza del salario mínimo podría reducir ligeramente el atractivo de El Salvador en términos de mano de obra barata, no debería ahuyentar la inversión extranjera dada su magnitud moderada y las aún existentes ventajas comparativas del país. Con políticas adecuadas, El Salvador puede aspirar a inversión extranjera de mayor valor agregado, atraída por estabilidad y mejoras en capital humano, en lugar de solo bajos salarios.
Bienestar social y desigualdad
El salario mínimo es también una herramienta de política social. Un incremento del 12% tendría repercusiones en el bienestar de miles de hogares salvadoreños. Se estima que alrededor de 241 mil trabajadores perciben el salario mínimo en El Salvador (considerando formales; muchos informales ganan incluso menos) – todos ellos se beneficiarían directamente con el alza, junto a sus familias. Esto significará reducción de la pobreza laboral en aquellos hogares donde el ingreso principal era el mínimo, ya que más familias podrán cubrir mejor sus necesidades básicas de alimentación, salud y educación. Por ejemplo, tras el aumento de 2017, se observó que se redujo la brecha entre el salario mínimo y el costo de la vida, contribuyendo a mejoras en indicadores de pobreza. Un salario mínimo más alto tiende a elevar el ingreso promedio de los hogares de menores recursos, lo que puede traducirse en menor desigualdad de ingresos. CEPAL ha documentado que los países latinoamericanos que aumentaron sustancialmente sus salarios mínimos en la última década vieron reducciones en la desigualdad de la distribución salarial.
Además, hay efectos multiplicadores sociales: con más poder adquisitivo, los trabajadores pueden invertir en mejor nutrición, en la educación de sus hijos o en pequeñas mejoras del hogar, generando un círculo virtuoso de desarrollo humano. A nivel macro, al incrementar la masa salarial total (se calcula un aumento de unos $461 millones en la masa salarial anual tras el ajuste 2017, también crecen las contribuciones a la seguridad social y los ingresos por cotizaciones, lo que fortalece los fondos de pensiones y el sistema de salud pública. Esto mejora, indirectamente, la red de protección social para todos.
No obstante, debemos considerar que no todos en la sociedad ganan con el aumento. Aquellos trabajadores informales o desempleados no recibirán este incremento, pero podrían enfrentar ligeramente mayores precios en algunos bienes. Si bien el gobierno sostiene que no habrá impacto inflacionario fuerte, cualquier aumento de precio afecta relativamente más a los pobres que no vieron subir sus ingresos. Por ello, es importante que la política de salario mínimo esté acompañada de otras medidas de bienestar social, como ampliación de programas de empleo, capacitación para informalizados y subsidios focalizados (ej. transporte o alimentos) si la inflación sube. De igual manera, pequeños empleadores familiares (por ejemplo, una tienda de barrio con uno o dos empleados) verán subir sus costos; si esto les dificulta el negocio, podrían reducir la oferta de ciertos servicios en la comunidad.
En balance, el aumento del salario mínimo de 12% apunta a mejorar el bienestar social neto. La mayoría de economistas consultados concuerdan en que es necesario para que los trabajadores “no sigan perdiendo poder adquisitivo” y puedan tener una vida digna con su salario. Si se maneja adecuadamente, los beneficios sociales –menos pobreza, menos desigualdad y mayor capacidad de consumo de la población– superarán los posibles efectos negativos en precios o empleo. La clave será monitorear continuamente estos indicadores sociales tras la implementación para asegurarse de que el salario mínimo sigue cumpliendo su objetivo de ser un salario justo y suficiente para el bienestar de los salvadoreños.
Experiencias comparadas internacionales
La situación salvadoreña puede contextualizarse con experiencias similares en otros países. En América Latina, varios gobiernos han incrementado sustancialmente el salario mínimo en años recientes buscando mejorar ingresos sin perjudicar la economía. Un caso notable es México, que desde 2018 acumuló aumentos anuales significativos (el salario mínimo subió más del 60% en términos reales en cuatro años). Los resultados en México han sido positivos en varios aspectos: el salario medio también aumentó y la pobreza laboral disminuyó, sin efectos adversos graves en el empleo formal según la OIT. Otro ejemplo es Costa Rica, que tiene uno de los salarios mínimos más altos de Centroamérica y un amplio sistema de negociación colectiva; si bien enfrenta altas cuotas informales, los altos salarios mínimos han contribuido a una menor desigualdad relativa en el país. Honduras y Guatemala han ajustado periódicamente sus mínimos (porcentajes acumulados de dos dígitos desde 2021) y han visto impactos manejables en inflación y empleo, aunque con debates similares sobre informalidad.
La lección internacional suele ser que moderados incrementos del salario mínimo, anunciados con tiempo y en diálogo con sectores productivos, tienden a mejorar los ingresos de los trabajadores vulnerables sin provocar crisis económicas. Por supuesto, cada país tiene particularidades: en economías con alta productividad, el salario mínimo puede subir más rápido; en economías muy informales, la efectividad del aumento depende de su cumplimiento. El Salvador, con una estructura productiva frágil y mucha informalidad, debe encontrar un equilibrio. Como dice el Ministerio de Trabajo salvadoreño, esta propuesta fue “analizada técnicamente, equilibrada con la economía nacional”. Organismos como la OIT recomiendan a los países institucionalizar revisiones periódicas del salario mínimo con criterios objetivos (inflación, costo de vida, empleo), para que los ajustes sean graduales y evitar tanto rezagos como saltos bruscos. En Centroamérica, la mayoría de naciones revisan el salario mínimo cada año o cada dos años, mientras que El Salvador lo hará después de casi 4 años, de ahí la importancia de ponerse al día.
En conclusión, un aumento del 12% del salario mínimo en El Salvador conlleva importantes beneficios económicos y sociales, principalmente al fortalecer el poder adquisitivo de los trabajadores de menores ingresos y dinamizar la demanda interna. Se espera que mejore las condiciones de vida de miles de familias y contribuya a reducir la pobreza y la desigualdad, en línea con experiencias positivas de incrementos salariales en la región. Al mismo tiempo, existen desafíos y efectos negativos potenciales que deben gestionarse: las PYMEs y pequeños productores enfrentarán mayor carga laboral y podrían requerir apoyo o un ajuste escalonado; el impacto en la inflación parece acotado, pero requiere vigilancia para evitar alzas desmedidas en precios; y la informalidad sigue siendo un reto estructural que podría limitar el alcance real del aumento si muchas empresas optan por no cumplir la norma.
La opinión de economistas converge en que el ajuste era necesario pero debe acompañarse de políticas complementarias. Entre ellas: programas de aumento de productividad, capacitación y tecnología para empresas; medidas temporales de alivio a sectores más golpeados; y un diálogo social transparente en el Consejo Nacional del Salario Mínimo para acordar mecanismos de implementación sostenibles. Es vital que el aumento salarial vaya de la mano con esfuerzos por mejorar la competitividad de la economía salvadoreña (seguridad, infraestructura, clima de inversión) de modo que empleadores e inversionistas sigan confiando en el país.
En suma, el balance esperado de este incremento del 12% es positivo en términos de bienestar social y actividad económica, siempre que se gestione con prudencia. Incrementar el salario mínimo es una inversión en la gente: puede ser un motor para una economía más inclusiva y robusta, donde el crecimiento se refleje en mejores condiciones para los trabajadores. Como mostró el análisis de 2017, con una inflación controlada y aumento de empleo y PIB, es posible elevar salarios y, al mismo tiempo, impulsar el desarrollo. El reto estará en monitorear los resultados en 2025-2026 y ajustar las políticas según sea necesario, asegurando que el salario mínimo siga cumpliendo su propósito de garantizar un nivel de vida digno sin desestabilizar la economía nacional.
Fuentes consultadas: Banco Central de Reserva (estadísticas de inflación y canasta básica), Ministerio de Trabajo (declaraciones oficiales), Diario El Mundo y El Diario de Hoy (notas económicas), Bloomberg Línea, CEPAL, OIT, académicos locales (FUSADES, FUDECEN) y análisis de la experiencia 2017. Las cifras y opiniones citadas provienen de estos informes y expertos para brindar una visión completa y fundamentada sobre el tema.
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junio 6, 2025Por
Redacción S News
Una reciente confrontación entre el empresario Elon Musk y el expresidente de Estados Unidos Donald Trump ha llamado la atención mundial. Lo que comenzó como una diferencia sobre políticas fiscales y tecnológicas podría tener implicaciones más amplias, incluso en países como El Salvador. ¿Por qué debería interesarnos este conflicto desde Centroamérica? A continuación, te lo explicamos.
El origen del conflicto: tecnología, política y poder
Elon Musk, fundador de empresas como Tesla y SpaceX, criticó duramente un proyecto de ley impulsado por Trump que afectaría directamente los incentivos para vehículos eléctricos. Musk advirtió que el plan aumentaría el déficit y pondría en riesgo los avances en energías limpias. En respuesta, Trump lanzó amenazas contra los contratos gubernamentales que benefician a Musk.
La tensión escaló cuando las acciones de Tesla cayeron 14 %, lo que representó una pérdida de más de $150 mil millones en valor bursátil. A esto se sumó una polémica declaración de Trump, en la que sugirió que los “vándalos de Tesla” podrían ser enviados a cárceles en El Salvador, haciendo alusión al modelo penitenciario salvadoreño como ejemplo de disciplina y control.
¿Qué tiene que ver El Salvador?
Aunque la disputa ocurre en Estados Unidos, El Salvador se ha visto involucrado de manera indirecta, y esto podría tener consecuencias importantes.
1. Relaciones diplomáticas en juego
Durante su mandato, Trump mantuvo una relación estrecha con el gobierno salvadoreño, especialmente en temas de seguridad y migración. Sin embargo, su comentario sobre enviar prisioneros a cárceles salvadoreñas ha generado críticas, tanto a nivel internacional como local, por considerarse una instrumentalización del sistema penitenciario del país.
2. Interés de Elon Musk en El Salvador
En contraste, Elon Musk ha elogiado públicamente el modelo de seguridad del gobierno salvadoreño, mostrándolo como ejemplo para otras naciones. Esta admiración podría abrir la puerta a futuras colaboraciones en áreas como tecnología de vigilancia, inteligencia artificial y control urbano.
3. Posibles inversiones tecnológicas
El interés de Musk en la seguridad y gobernanza de El Salvador podría traducirse en oportunidades económicas. La posibilidad de establecer pilotos de tecnología en el país o incluso explorar alianzas con empresas locales para proyectos en energía, transporte o conectividad son escenarios factibles si la relación se fortalece.
Un conflicto que trasciende fronteras
La disputa entre Musk y Trump no es solo un conflicto de egos o políticas económicas. Es un evento que, en una era globalizada, puede impactar en las relaciones diplomáticas, económicas y tecnológicas de países como El Salvador. El país debe actuar con prudencia y estrategia para capitalizar las oportunidades que surjan, sin comprometer su soberanía ni su reputación internacional.
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El ministro de Hacienda, Jerson Posada, afirmó que este convenio abre la puerta a mejores prácticas internacionales en el combate al comercio ilícito
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junio 6, 2025Por
Fernando Alas
En un paso decisivo hacia el fortalecimiento de la seguridad en las fronteras y la lucha contra el comercio ilícito, el Gobierno de El Salvador firmó este jueves un acuerdo de cooperación con la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF).
Cooperación internacional contra el contrabando y el fraude aduanero
El convenio fue suscrito por el director general de Aduanas, Benjamín Mayorga, y representantes de OLAF, con el objetivo de reforzar las capacidades nacionales en la detección y combate de delitos como:
- Fraude aduanero
- Tráfico ilícito de cigarrillos
- Falsificación de productos
- Manipulación en la valoración de mercancías
- Tráfico de residuos y sustancias peligrosas

El Salvador refuerza su estrategia aduanera
“Con la firma de este convenio, el Gobierno de El Salvador reafirma su firme compromiso de combatir de manera frontal el contrabando, fortaleciendo los esfuerzos interinstitucionales e impulsando la adopción y réplica de buenas prácticas que contribuyan a obtener resultados más eficientes y sostenibles”, destacó el director Mayorga.
Acceso a información estratégica y apoyo técnico
El acuerdo permitirá a la Dirección General de Aduanas contar con:
- Intercambio de información sobre alertas aduaneras
- Datos sobre comercio ilegal y falsificación de bienes
- Apoyo técnico en investigaciones conjuntas
- Acceso a información sobre organizaciones criminales, sus métodos y fuentes de financiamiento

Ministerio de Hacienda destaca impacto económico positivo
El ministro de Hacienda, Jerson Posada, afirmó que este convenio abre la puerta a mejores prácticas internacionales en el combate al comercio ilícito:
“Junto a nuestros socios de cooperación estamos reforzando la colaboración y el acceso a mejores prácticas para combatir de manera más efectiva el comercio ilícito y otras formas de fraude que perjudican a nuestra economía y a nuestra sociedad”.
OLAF reconoce compromiso de El Salvador
Desde la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude, el director de operaciones e investigaciones, Ernesto Bianchi, aseguró:
“El intercambio de información es un pilar fundamental en la lucha contra el tráfico ilícito. Nos complace fortalecer la cooperación con El Salvador y trabajar de manera conjunta en este esfuerzo regional”.

Visita oficial incluyó recorrido por el Puerto de Acajutla
Como parte del fortalecimiento de este nuevo vínculo, representantes de OLAF realizaron una visita al Puerto de Acajutla, donde conocieron las operaciones aduaneras salvadoreñas y coordinaron acciones conjuntas con autoridades locales.
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El Salvador vivió 113 días de calor extremo entre 2024 y 2025, según informe climático global.
El Salvador registró 113 días de calor extremo en un año. El 90% se atribuye al cambio climático, según informe de WWA y Cruz Roja.
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Redacción S News
Entre mayo de 2024 y mayo de 2025, El Salvador experimentó 113 días de calor extremo, según el reciente informe de la organización internacional World Weather Attribution (WWA), realizado junto al Centro Climático de la Cruz Roja, la Media Luna Roja y la Central Climática.
De estos días, al menos 105 fueron atribuidos directamente al cambio climático, provocado por las actividades humanas, como el uso de combustibles fósiles y la deforestación. La variación de temperatura en el país ha sido de 0.9°C en los últimos 30 años, una señal clara del calentamiento acelerado que atraviesa la región.
Tres olas de calor intensas afectaron al país
El informe internacional señala que El Salvador enfrentó tres eventos principales de calor extremo:
- 7 al 12 de mayo de 2024
- 29 de mayo al 3 de junio de 2024
- 9 al 14 de octubre de 2024
Estos episodios no solo elevaron las temperaturas, sino que también generaron impactos significativos en la salud pública, la productividad laboral y la disponibilidad de recursos esenciales como el agua.
Centroamérica entre las regiones más afectadas
El estudio revela que Centroamérica y América del Sur estuvieron entre las regiones más afectadas del planeta, con uno de los eventos más intensamente influenciados por el cambio climático, entre el 30 de agosto y el 4 de junio del año pasado.
En comparación, Aruba fue el territorio con más días de calor extremo del mundo (187 días), de los cuales 142 fueron atribuibles al cambio climático.
¿A quiénes afecta más el calor extremo?
El documento advierte que los más vulnerables ante estas condiciones extremas son:
- Personas adultas mayores
- Pacientes con enfermedades preexistentes
- Trabajadores en interiores sin ventilación ni aire acondicionado
- Mujeres embarazadas
Los riesgos incluyen desde estrés térmico, deshidratación y hipertensión, hasta muerte prematura en casos severos. Además, el calor extremo afecta la productividad agrícola, reduce la disponibilidad de agua y puede colapsar infraestructuras de salud y energía.
Un llamado urgente a la acción
Expertos hacen un llamado a los gobiernos y a la sociedad civil para implementar medidas de mitigación y adaptación climática, que incluyan infraestructura resiliente al calor, acceso al agua potable y atención prioritaria a las poblaciones vulnerables.
“El calor extremo ya no es un fenómeno esporádico. Es una nueva normalidad impulsada por el cambio climático, y debemos actuar de inmediato”, concluye el informe.

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